Este segundo día ha sido muy intenso y completo, lleno de experiencias, de descubrimientos, de aprendizaje, de color de atardecer en el Puente de Carlos y de conversaciones aderezadas con recetas venidas de diferentes partes de Europa.
Después de levantarme temprano, ducharme y desayunar en el hotel, a las nueve estaba Kate esperándome en la puerta. Pasamos por el hotel a recoger a Gema y y a su familia y fuimos a tomar un riquísimo café enfrente de la "Skola". Posteriormente, compramos los tickets de transporte urbano y el marido y el hijo de Gema se fueron a conocer el estadio del Esparta y el centro de Praga.
Nosotras entramos en el colegio, Základní škola Marjánka, Es un edificio grande e histórico. La entrada se cierra continuamente y cada profesor tiene las llaves de todas las puertas. Hay cuatro plantas. En el cole hay del primer al noveno curso.
Entramos en la escuela como quien se sumerge en un universo diferente y a la vez tan cercano.
Me encanta conocer nuevos colegios, ver a los niños y a las niñas por el pasillo, mirándote con descaro y a la vez con timidez y saludándote espontáneamente cuando escuchan que tú te diriges a ellos. Sea en inglés, en francés, en español o en checo, te sonríen y te responden y luego lo comentan con sus amigos.
Cada alumno tiene una taquilla que se encuentra en el piso de abajo en el subterráneo. Nada más entrar, se descalzan y se ponen unas chanclas o se quedan en calcetines y así están durante todo el horario escolar. Tienes la sensación de estar en tu casa.
Gema y yo estuvimos la primera hora en clase de inglés con Kate. Era una clase de quinto en la que solamente había siete alumnos: Amalka, Kristina, Samuel, Vit, Antonia, Adam y Tobik. La primera cosa que nos llama la atención es que, al entrar la profesora, los niños se levantan y saludan. Todo eso había escuchado que sucedía en Francia y también en España, pero hace muchísimos años. De hecho, cuando era pequeña, en mi colegio, nunca lo hice. Será que me hago mayor, pero me parece una manera muy educada de saludar.
La segunda cosa que me llamó la atención fue que tienen tres libretas pequeñas, que pesan muy poco y son pautadas. Una de ellas es como un diccionario la otra es para expresión escrita o pequeños textos y la tercera es simplemente para inglés. Lo siguiente que me sorprendió fue que en el boletín de los alumnos de primaria no aparece solo una nota de inglés, sino cuatro apartados. Uno para dramatización otro para conversación, otro para conversación especial el último que se denomina inglés. No sé lo que significa conversación especial...
Kate abre las ventanas, la clase está en una buhardilla. Es un lugar muy agradable. Debe hacer calor en verano, porque tienen un split de aire acondicionado. Las mesas son pupitres de dos y de frente sólo hay una pizarra situada a un nivel bajo, para que los alumnos puedan escribir en ella. En una esquina hay un lavabo. La pizarra digital está detrás, no sé si es porque la han puesto recientemente o porque la tienen de manera estratégica colocada al final de la clase, para que se use solo en contadas ocasiones. La clase se desarrolla con tranquilidad. Al ser sólo siete niños no es tan difícil que así sea. Me llama la atención que hay mucho silencio y mucho respeto. La caligrafía que tienen es totalmente distinta a la nuestra, es como si escribieran en cursiva y letra de adulto.
Al preguntarles por su deporte favorito, algunos mencionan el floorball y me cuenta Kate que es el deporte nacional, junto con el fútbol, al mismo nivel. Es hockey, pero jugado sin patines y con una pelota de plástico con agujeros, que pesa poco. El stick es también de plástico. Pienso que es a lo que juegan mis alumnos cuando practican el hockey en el colegio.
Nos cuentan que tienen clases de alemán y de francés y que estas clases son de ocho alumnos. Normalmente, las clases de idiomas, igual que sucede en las clases de música y de educación física, la ratio disminuye a la mitad.
Termina la hora con un cuento en inglés. Con explicaciones en checo.
La siguiente clase a la que nos dirigimos es la de francés, cuya profesora es Susana y son alumnos de cuarto:. Valentina, Anetka, Louise, Sofie, Barbara, Nastá y Raphael.
La profesora nos pide que pongamos nuestra presentación después del teatro que nos tienen preparado en francés. Las protagonistas principales son dos chicas francesas y todos los alumnos hacen un pequeño papel. Resulta muy divertido. Después de esta breve actuación, Gema y yo les mostramos nuestra presentación y les hacemos preguntas sencillas sobre España y sobre las diapositivas que les ponemos. Es muy curioso y divertido hablar con ellos en francés, en inglés y a veces en español,. Hay muchísima riqueza y diversidad cultural en el colegio. Ya nos había dicho Kate que Praga es una ciudad multicultural.
Después de sonar la campana, que no molestaría nuestra compañera de inglés Trini, pues suena muy bajito, nos preparamos para ir al despacho de Kate. Pero algo nos llama la atención, de repente en la clase empiezan a llegar a adolescentes de 12 y 13 años y los niños que había de cuarto se van yendo ¿A dónde van ahora? Hay una desbandada general y la niña francesa nos cuenta que ahora ella va a flauta, otros van a deportes y otros van a coro. La acompañamos hasta la clase de flauta y allí charlamos un rato con ella. Nos explica que todos los alumnos de una clase están juntos en las asignaturas de matemáticas, checo, artística y algunas de educación física. Se separan para ir a flauta, deporte o música y en las horas de educación física a las que van a separados.
Ahora estamos en un aula en la que solo hay cinco alumnos y una profesora recogiendo sus cosas. Los niños cinco o diez minutos charlando con nosotras y explicándonos las actividades que hacen por la tarde. Uno de ellos nos cuenta que hace rock and roll acrobático y realiza una pequeña exhibición, otra nos dice que baila chachachá y baile de salón y nos hace otra pequeña exhibición. 10 o 12 minutos después llega la profesora de música, una señora encantadora que nos invita a quedarnos. pero es la hora de comer, así que nos dirigimos al comedor del colegio que se encuentra en el sótano y comemos una extraña sopa checa y de segundo un puré de patatas con unas albóndigas raras que están un poco malas. De beber hay agua y roiboos. Creo que es el último día que vamos a comer en el comedor. Hhace unos días se fue la cocinera principal y la comida está un poco regular.
Rápidamente después de comer subimos de nuevo al aula de música, donde nos habían preparado una canción tocada con la flauta y cansada. La profesora de músicanos cuenta que el colegio tiene un coro de primaria y un coro de secundaria y que hace varias semanas han actuado en un día muy importante de la República Checa, en el centro de Praga. Es emocionante ver como, cuando las profesoras estamos charlando, los niños siguen cantando y tocando la flauta.
Es la última hora de clase y vamos a séptimo B, la clase de los chicos futbolistas: Óscar, Tonda, Daniel, Kian, Lucas, Petr. Jonás, Tobiaz, Myhaito y Julip. Todos los alumnos son futbolistas tienen buen acento. Se presentan y después les hacemos un juego de mímica, en el que tienen que averiguar los deportes. Nos sorprende y nos hace reír algo muy gracioso:de repente cantan todos juntos: "Osasuna nunca se rinde ". Buenísimo.
Terminan las clases y tenemos dos horas libres, antes de reunirnos con los profesores para compartir viandas y convivir. Así que cogemos el tranvía 22, el más deseado y nos dirigimos al centro histórico de Praga. Un paseo precioso, con una luz maravillosa. Tienda de galletas, de marionetas, paseo por el Puente de Carlos, subida a la torre y vistas espectaculares, fotos, y camino de vuelta hacia el tranvía veintidós, no sin antes haber disfrutado de música en directo sobre el puente de Carlos.
Somos muy puntuales y nos dirigimos a la sala de profesores, donde se produce un momento un poco lioso. Todos los profesores están recogiendo las sillas, pues acaban de tener una larguísima reunión. Nosotras pensamos que no se va a quedar nadie, pero vamos sacando el jamón, el queso, los turrones como a los polvorones y los piquitos que hemos traído. Sin embargo, poco a poco van llegando profesores y poniendo sobre la mesa diferentes alimentos, bizcocho típico de Jamaica hecho con plátano, bizcocho de chocolate, unas albóndigas rusas, tarta de manzana alemana, unos snacks checos y tartas tradicionales checas. Un señor va llenando copas de champán.
Empieza una muy agradable velada en la que compartimos conversación con los demás profesores, los que se han quedado para estar con nosotros, que suelen ser los más competentes, dicho sea todo. Yo converso con la profesora de ruso, una señora con cara de siberiana o mongola, muy simpática, que cuenta su historia con timidez. Ella viene de un pueblo de los urales y está casada con un checo. después, Iván, el profesor de educación física, que habla ruso con ella, nos cuenta su azarosa vida y luego nos pregunta por la nuestra. Misteriosamente, el jamón desaparece en cinco segundos. Todos alaban lo rico que está. Probamos todos los alimentos y están riquísimos. Nos quedamos charlando y charlando y finalmente ayudamos a Kate a limpiar la mesa y volvemos a nuestros hoteles. Yo voy con la familia de Kate a su casa, porque su hija quiere que esté con ella un rato y jugamos primero una especie de Oca y luego a el doble de Harry Potter. Me regalan pimentón húngaro, no picante. Kate nació en un pueblo en la frontera con Hungría. Vuelvo al hotel a colocar las cosas y me paso a saludar a Gema y su familia, que están cenando en un restaurante cercano al hotel. Charlamos un rato y cada uno se va a su hotel.